La Ilusión del control

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Estoy hablando desde mi casa y tú probablemente estés en la tuya. Tu vida y la mía igual que la de todos los demás, está entre paréntesis. Enfrentamos una crisis de salud, debemos distanciarnos. Nuestra rutina cambió. Nuestra vida cambió y hoy hemos quedado de alguna manera, sin aviso, viviendo en un micro espacio, mucho más estrecho, y mucho más íntimo.

Quienes somos padres o madres enfrentamos una situación de una complejidad especial, seguimos con nuestro trabajo ahora desde la casa, tenemos que ordenar esa casa, tenemos que darnos una rutina a nosotros mismos y a nuestros niños , y a todas las labores de crianza, alimentación, hábitos, apoyo, entretención, además se suma la rutina escolar de los niños que se trasladó a la casa.

Algunos se estarán preguntando: “Qué hay de nuevo en todo esto, Yo siempre estoy a cargo de mis hijos”. Y eso, en parte es cierto. Pero hay una diferencia fundamental. Cuando todo eso se traslada a un único espacio: el hogar.

El hogar, de un momento a otro, se nos transformó en un territorio nuevo y lejos quedaron los espacios donde se desarrollaba nuestra vida cotidiana y la de nuestros hijos (la escuela, el trabajo, el gimnasio , el cine, los café , la ciudad, nos parecen lejanos).

Dentro de este hogar que se está adaptando a esta nueva rutina, dentro de este hogar que está cambiando por una condición externa, que es la pandemia, los padres y madres estamos poniendo cada segundo a prueba nuestra capacidad de enfrentamiento y respuesta, y esto es algo que no se puede hacer de manera automática, uno no puede solo reaccionar: Uno tiene que darse momentos para reflexionar y para darse a sí mismo atención y cuidado. Uno no puede cuidar a otros, si no se cuida a sí mismo.

Afortunadamente, nosotros tenemos la capacidad y la habilidad de ser amables y gentiles con nosotros mismos cuando más lo necesitamos. y ésta, además es una habilidad que se puede practicar. Si logramos poner atención a lo que estamos sintiendo, hacernos conscientes de lo que estamos sintiendo, física y emocionalmente, podremos identificar cuáles son las expectativas que estamos tratando de alcanzar, y cómo podemos manejarlas mejor.

Déjenme darles algunas claves para manejarnos como padres o madres en esta situación inusual, inédita que estamos viviendo.

Primera clave: comprender que no existe una sola manera de enfrentar esta emergencia. Nadie tiene la receta. No hay una fórmula mágica. Ante esta emergencia, todos somos “principiantes”. No hay expertos en algo que no había ocurrido nunca antes en la humanidad. Cuando aceptamos eso, vamos a ir encontrando gradualmente una dinámica diaria, una nueva rutina que se acomode a este tiempo extraordinario y que va a operar como un cambio vital para todos.

Segunda clave: una vez que logramos comprender que somos principiantes, vamos a poder desactivar las expectativas que nos hemos auto impuesto, y que a lo mejor nos están causando sufrimiento, o preocupación, o angustia, o enojo. Observemos este fenómeno a partir de la dinámica con los hijos: asumamos que no es posible que nuestra casa se transforme de un día para otro en una escuela. Nuestra casa no es un colegio, no va a poder cumplir con la rutina, ni las pautas ni los horarios colegiales. Si aceptamos eso, podemos en cambio conversar con nuestros hijos, y negociar con ellos algunas actividades diarias. Eso es suficiente.

Ahí tenemos dos claves que a lo mejor nos van a permitir un mayor bienestar en medio de esta crisis.

Es importante que tengamos en mente lo siguiente en estos momentos de pausa, en estos momentos donde la rutina se quiebra: la vida hoy no es lineal. Estamos en un momento atemporal, como se está en una emergencia. ¿Han llevado alguna vez a un niño de emergencia a un hospital o una clínica? Qué pasa con la rutina en esos momentos: importa? Importa si es hora de almuerzo? Si nos estaban esperando en algún lado? Si es domingo en la noche o lunes en la mañana? No: esa lógica atemporal de la emergencia, es la que estamos viviendo hoy.

Eso no significa que lo que está pasando hoy no importe, o que nada importa porque estamos en una emergencia: hay muchas cosas que sí importan, por ejemplo, negociar con los niños, momentos de estudio, de entretención, de relajo, pero no imponerlos.

Y esto corre para las obligaciones, como el estudio, y también para otras actividades. Hay padres y madres que hoy sienten que tienen que cumplir todas las funciones: ser críticos de cine, jugadores de fútbol, cocineras, chef, instructores de yoga. Eso tampoco es necesario, ni realista.

Aquí también hay que ablandar criterios.

No vamos a poder cumplir todos estos roles. Nadie nos los pide. Estamos viviendo momentos de emociones intensas y difíciles, de incertidumbre. Si nos planteamos metas irreales sobre lo que tenemos que hacer en este momento, no sólo nos vamos a sentir mal, vamos a creer que no somos suficientemente buenos. Vamos a poner en duda nuestras propias capacidades.

Y la autocrítica, sabemos, nos da una falsa seguridad: “yo sabía que no era buena para cocinar”, “yo sabía que no puedo ayudar a los niños con las tareas”. Esa certeza nos da una seguridad temporal, falsa, limitada, es la ilusión de control. Pero ojo, que si se instaura, si se vuelve automática se va a transformar en una voz interna molesta, odiosa.

Cuando pasamos por momentos y emociones difíciles, como estamos pasando hoy, es cuando necesitamos más que nunca que nos acojamos, nos aceptemos, seamos amables con nosotros mismos, nos calmemos, nos contengamos. Necesitamos amabilidad hacia nosotros mismos.

Como adultos que somos, hace mucho tiempo que dejamos de tener una persona que cuide de nosotros, que sepa lo que sentimos en cualquier momento y que nos ayude. La amabilidad nos permitirá generar un espacio donde nos sintamos cómodos, conectados y con mayor calma, haciendo más fácil el camino hasta conquistar este nuevo territorio que enfrentamos como padres, en relación con otros, con nuestros hijos y nosotros mismos, especialmente en estos días..

Loreto Molina Tapia
Psicoterapeuta
Mg. Mindfulness, prácticas clínicas y neurociencias, Universidad de Roma, La Sapienza Italia.
Consultora Mindfulness

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